Hoy en la
Bibliothèque Nationale me acabo de enterar que
el matrimonio de Pardo Bazán, la escritora gallega del
siglo XIX, se deterioraba cada vez más, debido a los largos
periodos que solía pasar en París. Tres o cuatro veces al año se
internaba en esta biblioteca y preparaba
sus investigaciones.
La imagino,
la pienso en el lugar que ocupo, escribiendo la novela, las cartas,
los artículos de prensa que ahora leo. La veo también leyendo y
tratando de comprender las polémicas y los debates contemporáneos,
¿acaso no le era a ella tanto o más difícil que a mí? ¿No se
ahogaba en los sucesos del día a día hasta escapársele la forma de
muchos de los fantasmas de su tiempo? Yo paso las páginas del
semanario rápidamente, los días corren, los años se desvanecen: ligera culpa.
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