dimanche 25 mars 2012

Tomar la once

Probablemente muchos ya lo sabían, pero para mí ha sido todo un descubrimiento leer en la singular pluma de Manuel Atanasio Fuentes (sí, él otra vez) que la costumbre chilena de tomar la once existía con ese mismo nombre en Lima allá por 1860. Bueno, en realidad esto no es muy sorprendente, a menudo descubro hábitos y formas que se han perdido aquí y que subsisten, por ejemplo, en España. Lo que sí ha colmado mi curiosidad decimonónica ha sido la explicación acerca del origen del nombre. Resulta que en algunas ocasiones, como a la hora de la merienda, los limeños acostumbraban acompañar pequeñas raciones de comida con aguardiente (por lo general, pisco), o mejor dicho, acompañaban el aguardiente con algo de comida, pero para no revelar directamente el centro de su interés, señores, señoras y señoritas solían reemplazar el nombre de la bebida estrella por el número de sus letras. A g u a r d i e n t e: once. ¿Qué hermosa utilidad, a veces, la de los números?

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