samedi 19 novembre 2011

La escritura, los espejos


Conozco escritores orgullosos de su obra, gozosos con su escritura, ¡los admiro! Yo no he podido aún superar el pudor..Ya bastante me ha costado desprenderme de otros, del pudor del cuerpo desnudo, por ejemplo, el de la palabra lo siento aún más grave. Leyendo la correspondencia de César Vallejo, encuentro su famoso comentario sobre la recepción de Trilce, en carta dirigida a Antenor Orrego dice: “...el libro ha caído en el mayor vacío. Me siento colmado de ridículo, sumergido a fondo en ese carcajeo burlesco de la estupidez circundante, como un niño que se llevara torpemente la cuchara por las narices”. Qué impresionante imagen: no la torpeza del escritor sino la imagen autoimpuesta, la que éste recibe de los otros como de un enorme espejo humano, la de su supuesta torpeza, una torpeza, además, motora y consustancial. Es difícil vernos a nosotros mismos y mucho más difícil descubrir cómo los otros nos ven: la eterna historia de los espejos y su deformidad. 

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