mardi 18 octobre 2011

Octubre, mes morado


¿Qué diferencia hay entre el violeta y el morado? Hace algunos meses, recorriendo las calles de Manhattan por primera vez, declaré que este sería mi año violeta. No sé exactamente por qué: primero lo vi en el neón, luego en una exposición del MoMA, me gustó quizás ese estado intermedio entre el rosa tan sex in the city y el rojo de la emblemática manzana. Decidí llevarlo en mi viaje de regreso en camisetas y vestidos. Desde esos días me acompaña. Ahora, los primeros pasos del frío en Burdeos me hacen extrañar mi propio frío: los húmedos amaneceres limeños. En octubre, Lima va dejando la neblina, los días empiezan a iluminarse; sin embargo, ese tránsito avanza lento, huele a incienso y no puede ser sino morado.
La Iglesia como culto no impone ya mayores exigencias, ha abierto las piernas y se ha hecho pagana. Doña Cuaresma limeña camina regordeta, come anticuhos, se deja envolver por el aroma de los picarones y llega por la noche a casa bebida con un kilo de turrón para su marido. Doña Cuaresma limeña el siguiente domingo visita a su amante y ve un partido de fútbol, grita, y tiene que echarle un poco más de ají al choclo que ha comprado en la esquina. Doña Cuaresma limeña se acuesta y en medio del placer se le clava el detente morado en la espalda. Doña Cuaresma limeña no tiene fe solo hambre y ganas de que le miren las piernas.
La procesión avanza, avanza, en medio de cantos, como mi violeta hacia tu morado.