jeudi 13 octobre 2011

La Bella Limeña desde 1872


El domingo 7 de abril de 1872 vio la luz el semanario La Bella Limeña. El primero dedicado a la familia y a la mujer en el Perú. Su editor lo justificaba así: “Ya se hacía sentir la necesidad de una publicación dedicada a las encantadoras hijas del Rímac”. Me gusta la fuerza del impersonal, la necesidad no es subjetiva sino exigida por el entorno. La dicta las calles, el río, los edificios, sus olores, los pregones y hasta las variantes del gris. Leer La Bella Limeña puede ser una experiencia tan intensa como atravesar cotidianamente la ciudad, ¿o más? Cuántas veces releyendo sus páginas no he imaginado vivir también en el siglo XIX: quizá he aprendido a enamorarme en los folletines: “Un amor desgraciado”, “Ciega de amor”; a presentir la rebeldía con “Memorias de una coqueta”. Hubiese sido tal vez, pienso, una fetichista del papel impreso, lectora coleccionista de libros, partituras, papeles perfumados, de todas las tintas. Otras veces, he querido ser una de sus anunciadoras: institutriz, modista, aunque casi siempre: costurera de ropa blanca. Ella es quien conoce los secretos y sale con ellos a comprar el pan a la mañana siguiente. La que luego se sienta en su silla de madera, un poco encorvada frente a su máquina, y les da forma golpe tras golpe, tac, tac, una tecla y otra. He sentido la necesidad muchas veces, pero solo hasta hoy se había hecho sentir.

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