Stockcero
acaba de publicar dos novelas de Mercedes Cabello de Carbonera:
Eleodora
(1887) y Las
consecuencias
(1889) para la cual he escrito, gratamente, un prólogo y algunas
notas. Ambas están íntimamente unidas a través de un proceso de
reescritura.
La
profesionalización de la escritura y la formación de la conciencia
individual del sujeto moderno nos han llevado a pensar frecuentemente
en esta actividad como un continuo proceso de reescritura, es decir,
a pensar en el novelista (el genio) como el autor de un solo gran
libro, de un mismo libro. Es cierto que la literatura decimonónica
puede comprenderse también dentro de este horizonte, aunque hay
otros factores de época a tener en cuenta: la premura con que los
editores exigían la entrega de folletines que atrajeran al público
y que asegurasen la compra masiva de prensa, la necesidad de
conservar el prestigio que les había otorgado una primera novela
anunciando su continuación o alguna extensión de la misma, bajo
estos pretextos, no obstante, en algunos casos, y este es el caso de
Mercedes Cabello, también se caminaba hacia la búsqueda de una
nueva estética, una que fuese más efectiva en criticar los
malestares sociales que agobiaban a las mujeres: padres autoritarios
y conservadores, maridos viciosos, matrimonios por conveniencia, una
clase alta sumida en las apariencias, los prejuicios y las intrigas
de salón, etc.
Sin
embargo, las respuestas a la pregunta: ¿por qué se reescribe una
novela?, nunca se agotan, como las respuestas a: ¿por qué
escribimos?, ¿por qué insistimos?, ¿por qué...?
Aquí el texto: http://www.stockcero.com/book.php?ID=699977420
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