Decía
Chocano que quien vive de prisa no vive de veras, pero creo que se
equivocaba. En particular, las mujeres (quienes más hemos cambiado
en los últimos siglos) vivimos no solamente más años, sino mucho
más de prisa. Tanto que tengo la impresión de que podemos tener
muchas vidas. ¿Cuántas vidas de mujer decimonónica están
contenidas en una de mujer actual? ¿Cuántos trabajos, oficios,
proyectos, amores, etc. vamos acumulando?, ¿de cuántas historias
podemos hoy ser protagonistas?
Ya que estos
días finales del año nos volvemos aficionados a los balances, a
contabilizar, a preguntarnos por nuestras cifras: ¿cuántos hijos
tenemos?, ¿cuántos libros hemos escrito?, ¿cuántas personas nos
son imprescindibles?, por qué también no nos preguntamos: ¿cuántas
vidas podríamos vivir?, o ¿cuántas hemos vivido? Yo siento haber
vivido dos. La primera en Lima y la segunda, aquí, en Burdeos.
Esta que empezó hace poco más de cinco años, hoy parece estar
llegando a su fin, le quedan, en todo caso, solo algunos meses más.
¿Qué vendrá después?, como: ¿qué me pasará en este 2013?, no
lo sé y diría que en realidad me gusta no saberlo. Solo sé que muy
probablemente inicie una tercera.
La tradición
cristiana enseña que la vida es un estrecho sendero lleno de pruebas
y dificultades, yo prefiero pensar que la vida es como el mar al que
no tenemos que entrar, sino más bien que entregarnos dejando que nos
envuelva. Esto no es fácil, claro, hay que prepararse y protegerse
contra las embestidas, contra la marea alta, contra el mal tiempo; no
es fácil, solo vamos aprendiendo.
Este también
es mi deseo para todas las personas que quiero: mi familia allende el
Atlántico, mis amigos compañeros de ruta, todos los que llenan mis
pensamientos e imaginación con sus palabras y gestos, con parte de
sí mismos: que hagamos de los caminos de la vida, corrientes; que no
temamos a las bifurcaciones, a nuevas corrientes de aguas frías,
porque estas traen alimento nuevo; y que sobre todo sigan habiendo
recodos y refugios donde descansar y seguir encontrándonos.
Yo siento lo mismo, con lo de las dos vidas y me estimula pensar en las que vendrán. Incluso cuando volvamos, no será retomar la primera, será una tercera... y las que vendrán, como bien tú dices. Un abrazo, Mónica.
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