¿Cuál
es la altura de una tumba? ¿Qué historias provoca la muerte? ¿Por
qué se le elevan tantos monumentos? Para hacerla vivir, acaso por
nuestra manía de armar historias y adornar finales (por eso, seguro,
se le llevan también flores), de renovar las ganas cuando todo ha
terminado, por nuestro extraño gusto de volver a empezar.
Flora
Tristan murió el 14 de noviembre de 1844 en Bordeaux. Desde el 24 de
septiembre estuvo enferma, grave, sin salir de casa de unos amigos en
el número 13 de la rue Bahutiers. ¿Qué había venido a hacer a
esta ciudad la eterna parisina? Viajó por lo que vale la pena hacer
todos los viajes, por una pasión. Venía a entrevistarse con el
gremio de carpinteros, a difundir sus ideas socialistas, a llamar a
la paz, a la organización y a la unidad de los obreros. Llamaba
también a todas las mujeres a unirse a este gran proyecto, las
mujeres de toda condición social, silenciadas por la Iglesia y el
Estado, “a las mujeres: obreras todas”.
Hacía
siete años que su tío peruano en Bordeaux no quería recibirla,
desde que ella había escrito Pérégrinations
d`une paria donde hablaba del Perú
conservador, de la clase alta sorda y su eterna corrupción. La
policía le seguía los pasos, husmeaba en los hotelitos en los que
se hospedaba. Los libreros no querían ya vender sus libros por miedo
a que sus locales se llenasen de obreros revoltosos. Ella seguía
buscando entrevistas y palestras donde difundir sus ideas, seguía
viajando.
Muchas
veces las historias se escriben tras algún final. Flora quiso que su
cuerpo fuera entregado a la ciencia, sin embargo tuvo exequias,
entierro, tumba perpetua, monumento, placas recodatorias, y ahora,
homenajes de los habitantes de aquel singular país del sur que suele
nombrarla franco-peruana cuando, en su tiempo, a la palabra
extranjera solo le seguía otro calificativo: paria.
Es muy
fácil inspirarse en los cementerios, nos invitan a reconstruir
historias, a pensar en las muchas vidas que se pueden crear a partir
de una sola muerte, a pretender levantar lo que yace extendido. ¿Cuál
es tu altura, Flora, viajera del tiempo?
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