mercredi 1 mai 2013

Flora Tristan el 1 de Mayo

En el día de todos nosotros, los trabajadores, obreros más que nunca si es que con esta palabra no solo aludimos a la fuerza intelectual y física que involucra nuestro trabajo sino también a la conciencia de nuestra precariedad. En este día, decía, pienso en nuestra condición, pero también en la inspiración de una mujer: Flora Tristan.  
¿Por qué nos gustas, Flora? A mí, esa mezcla de fragilidad y fuerza: pequeña, delgada, enferma, sintiéndose extranjera en su propio país (Francia), procurando comprender el que le venía de antaño (Perú) no cesó de viajar, de observarlo todo con "mirada sociológica", de desbordar pasión no solo en sus empresas políticas sino también en las personales, no cesó en realidad de luchar por vencer esta frontera. Su reclamo de una organización y unión de los obreros tuvo detrás la necesidad de renovar la concepción del amor y la moral, de cuestionar aquellas instituciones que acorralaban a las mujeres: la maternidad y el matrimonio, por ejemplo.
Los pasos de Flora están presentes en las mujeres y obreros que sabemos que las desigualdades y las injusticias están lejos de acabar, pero también están presentes en quienes nos sentimos seducidos por la escritura, porque toda escritura busca mostrar y convencer (hacer creíble) al otro de nuestro punto de vista, toda escritura es un esfuerzo por darnos a entender, por tener voz en medio de esta babel.
Dejo un breve texto que escribí hace algún tiempo acerca de Flora y su vínculo con la ciudad que hoy habito.


Flora Tristan decía que no podía vivir en otra ciudad que no fuese París, no obstante a lo largo de su vida realizó viajes que fueron determinantes en su carácter y en su escritura, entre ellos, su visita al Perú. “A todos los peruanos…” dedica su obra más compleja y famosa: Peregrinaciones de una paria donde nos narra su recorrido por Arequipa y Lima. Así, cuando pensamos en los espacios de Flora, pensamos en París y en el Perú,  sin embargo conforme profundizamos en su vida, Burdeos va adquiriendo cada vez mayor importancia. Esta ciudad funciona como vínculo en su condición de puerto; y al mismo tiempo, como memoria, ya que aquí yace el monumento más representativo que los obreros del siglo XIX le construyeron para honrar su genio.
Burdeos fue para Flora Tristan el punto de partida y llegada de su gran viaje, un lugar de refugio cuando escapaba de su marido André Chazal, de acercamiento a su familia paterna, de encuentro y reencuentro con amigos,  el laboratorio de ensayo de su lucha social y, finalmente, el lugar de su muerte.
Es ella misma quien nos da breves noticias sobre sus dos primeros viajes a esta ciudad. Sabemos así que, en dichas ocasiones, recorrió las calles de Burdeos tomando de la mano a su hija Aline. También nos narra su tercer viaje que hemos podido reconstruir gracias a la ayuda complementaria de sus biógrafos. En estos dos meses y medio conoció a su tío Pedro Mariano de Goyeneche para quien ella era una joven soltera; además, se reencuentra con el capitán Chabrié, con quien ya se había entrevistado en París, y para quien era viuda. Como vemos, ya en estos años, antes de empezar a escribir, desarrollaba Flora estrategias que le permitían enfrenter una realidad adversa: las carencias económicas que sufrió desde la muerte de su padre y su impotencia frente a un matrimonio forzado. Esta misma marginalidad podría explicar el que mantuviera a flor de piel su condición de extranjera presente en sus orígenes, y que no solo pone en evidencia en sus libros de viajes, sino también, por ejemplo, en su novela Méphis donde los protagonistas son: una cantante española, alter-ego de la autora, y un joven italiano.
Su indignación frente a la subordinación de la mujer se une al rechazo de las injusticias que vive la clase obrera. Su prosa se llena de crudas descripciones de la realidad, severa crítica a la organización social  y  propuestas utópicas que le irán asegurando cada vez más adeptos entre los trabajadores, pero también numerosos detractores: su conservadora y adinerada familia peruana rompe relaciones con ella en 1838, la policía le sigue los pasos en cada una de las ciudades que visita, los diarios y librerías censuran sus textos.
En septiembre de 1843 viene a Burdeos por quinta vez, invitada por el gremio de carpiteros, para difundir L´Union ouvrière. En mayo de ese año se habían publicado 4 000 ejemplares y la escritora los había distribuido entre los gremios, pero se había dado cuenta, al mismo tiempo, que era necesario darle voz a las ideas. La grata experiencia con los obreros en Burdeos alentará el inicio de su Tour de France que inicia en abril del año siguiente.
Como parte de dicha gira, vuelve en el mes de septiembre. Lamentablemente, su cuerpo se había debilitado a lo largo de sus viajes y a causa de las agresiones de Chazal (aún alojaba en su cuerpo la bala que este le había disparado). La misma noche de su llegada cae en cama víctima de una congestión cerebral. Tras su entierro el 16 de noviembre, se difunde una suscripción enLa Democratie Pacifique de Paris bajo el lema “une tombe pour l´amie du pauvre”. El monumento logra erigirse en 1848. Todos los años un cortejo recuerda el aniversario de su muerte: cada 14 de noviembre acuden a La Chartreuse una delegación que representa al Institut CGT d’Histoire Sociale de la Gironde y al Consulado del Perú en Burdeos.



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