vendredi 22 juin 2012

Todas las búquedas en la biblioteca llevan a la biblioteca misma II


No se puede imaginar el siglo XIX sin el doctor Jean-Martin Charcot y sus experimentos en la Salpêtrière tratando de descifrar la causa y la cura de la histeria femenina. Ayer estaba en el subsuelo de la BNF repensando en estos cuerpos y mentes decimonónicos a veces tan maquinalmente determinados por el calor o por el frío, cuando de pronto empecé a sentir algunas palpitaciones, en un momento la garganta parecía cerrárseme y cada vez me costaba más pasar un poco de agua, sentía que estaba realmente atrapada en un pozo sin aire. Hice penosamente todo el trámite para salir a tierra firme, pero allí arriba no pude recuperarme, incluso al aire libre también los edificios me asfixiaban. Imaginar la posibilidad de regreso a casa en el metro, bajar una escalera eléctrica, todo eso aumentaba mi angustia. Cuando los calores terminaron de subírseme a la cabeza, solo pude avisar a seguridad. En un minuto tenía a un bombero llevándome a un rincón para tomarme la presión, luego a otro acercándose con un balón de oxígeno, cuando llegó el tercero me eché a llorar desconsoladamente: llegaron aún cuatro más. Pocos minutos más tarde me llevaban en una silla de ruedas al camión de bomberos, y en él, rumbo al hospital.
En el camino, oigo el diálogo mágico: - On va où ?, - à la Salpêtrière.
Cuatro horas más tarde, y ya completamente recuperada, recibo la conclusión del médico en uno de los tantos papeles en los que se ha escrito este incidente: “Malaise de type vagal et crise d'angoise».
Hoy, vuelvo a la Biblioteca, por eso de enfrentar a los demonios, y me encuentro, en una de las páginas del diario que reviso, una reseña que a propósito de la muerte del doctor Charcot en 1893 se ha escrito. El autor describe, al final del texto, los dibujos que un artista español hizo del famoso hospital: “Después de presentarnos con gran intensidad de observación el barrio de las viejas y el jardín de los dementes, ahora nos hace penetrar en otra sección donde las infelices locas, presa de su lamentable miseria, se entregan a toda clase de divagaciones”.

2 commentaires:

  1. Las divagaciones de la "demente" que escribe la nota, la bella limeña, me han hecho recordar mis tardes con sus noches en la BN en la avenida Abancay.

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  2. Mónica, caray, espero q estés mejor. Lo bueno de ese pequeño infierno es q escribiste una pequeña crónica literaria.

    Besos, amiga

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